D. Ignacio Camuñas Solís pronunció estas palabras bajo la atenta y pusilánime mirada de un Pablo Casado que guardó silencio. “Si hubo una Guerra Civil es porque ustedes lo hicieron muy mal en el Gobierno de la República y porque la República fue un fracaso que nos llevó al enfrentamiento entre españoles”, acotó. Arguyó que lo que ocurrió el 18 de julio de 1936 no fue un golpe de Estado, por lo que lo conveniente sería “olvidar en ese sentido el pasado”
Este caballero, D. Ignacio Camuñas Solís fue ministro con la UCD, licenciado en Derecho y de carrera diplomático. No tenía noticias de este sujeto. Tiene 80 años. No sé si las palabras están relacionadas con la edad. Pero voy hacerle algunas aportaciones históricas con sus correspondientes reflexiones.
La II República llegó pacíficamente, sin derramamiento de sangre, con gran euforia popular, y como consecuencia de unas elecciones municipales, que tuvieron un carácter plebiscitario antimonárquico. Los mandos de la Guardia Civil y del Ejército, supieron calibrar la situación, cuando le dijeron al Rey que acataban la voluntad popular. Los monárquicos han dicho que Alfonso XIII se marchó para evitar un derramamiento de sangre, cuando la verdad es que nadie estaba dispuesto a derramarla para que se quedase.
Durante la II República hubo libertad de expresión, elecciones libres en las que participó por primera vez la mujer española, y una alternancia en el Gobierno de las distintas opciones políticas. En el primer bienio social-azañista entre 1931-33, las izquierdas; en el segundo bienio radical-cedista 1933-35, las derechas; y tras el triunfo del Frente Popular en febrero del 16, las izquierdas.
La II República con sus problemas, desde cualquier parámetro político fue un régimen plenamente democrático y de acuerdo con él su ordenamiento legal, encabezado por la Constitución de 1931, que es un antecedente en muchos aspectos de la Constitución de 1978. La II República fue atacada violentamente por un golpe militar de libro por parte de unos militares que no respetaron su juramento de defensa de la República, que desembocó en una guerra, tras la que se implantó una dictadura que trajo mucha muerte, represión y sufrimiento.
Mientras que la II República llegó sin derramamiento de sangre, la dictadura desde el primer momento fue cruelmente sangrienta. Además Sr. Camuñas, una democracia nunca es responsable de un golpe militar ni tampoco un Gobierno legítimo, surgido en unas elecciones democráticas, como lo fueron las de febrero de 1936, puede ser calificado como un bando.
Ángel Viñas en su libro de 2019 ¿Quién quiso la Guerra Civil? Historia de una conspiración, explica cómo se fraguó el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, las conspiraciones de los monárquicos para acabar con la República desde el mismo 14 de abril de 1931 y los contactos casi continuos que los partidarios de la Monarquía mantuvieron con la Italia de Benito Mussolini para derrocar al régimen republicano. El objetivo era instaurar en España un régimen similar a la dictadura de Primo de Rivera con retoques de corte fascista. Debería leerlo Sr Camuñas.
Además, Sr. Camuñas, quiero recordarle un hecho que quizá le ha pasado desapercibido. Aquí hay una causa que viene de lejos, y son las líneas históricas fabricadas por el franquismo para reconocerse a sí mismo y no tener en cuenta lo que multiplicidad de historiadores en universidades de todo el Estado han ido trabajando, como Julio Aróstegui, Julián Casanova, Enrique Moradiellos, Ricardo Miralles, José Carlos Mainer, Eduardo González, Ángel Viñas, Francisco Espinosa, Alberto Reig Tapia, Josep Fontana o, por ejemplo, Ángel Bahamonde, de la Universidad Carlos III, que ha trabajado 1200 consejos de guerra franquistas a militares.
Lo más duro para el Ejército de los días 17, 18 y 19 de julio de 1936, fue que nunca se había vertido tanta sangre de jefes militares, nunca tantos generales fueron fusilados como el 17, 18 y 19 de julio. De veintiún oficiales generales, diecisiete permanecieron fieles a la República, los seis generales de la Guardia Civil permanecieron fieles a la República, y, de cincuenta y nueve generales de brigada, cuarenta y dos se mantuvieron fieles a la República.
Dejemos la vieja historia del franquismo pensando que era una acción cívico-militar. Fue una acción para destruir al Ejército español, porque nada tenía que ver el Ejército de 1939 con el Ejército español del año 1936; se destruyó. Y por eso es importante que la historia no se repita. Pero la historia se repite si esta no lleva a la consciencia de qué pasó y por qué pasó. Los primeros defensores de la República no fueron los gobernadores civiles, los miembros de los partidos políticos de izquierda ni los miembros de los sindicatos obreros; los primeros fusilados fueron los generales con mando del Ejército. El general jefe del Arma de Aviación de la República, Miguel Núñez de Prado, fue fusilado cuando iba a Zaragoza a intentar convencer a Cabanellas para que no se sumara a la sublevación.
Ángel Viñas en su libro «El primer asesinato de Franco. La muerte del general Balmes y el inicio de la sublevación», donde junto con dos reputados expertos, uno en anatomía patológica, Miguel Ull, y otro en aeronáutica, Cecilio Yusta, demuestra que el general Balmes, comandante militar de Las Palmas, no murió de accidente, como sostiene la versión oficial, sino asesinado por orden de Franco -entonces comandante general de Canarias- el 16 de julio de 1936, en vísperas de la sublevación militar.
Se entera, Sr Camuñas, un sector muy importante del Ejército se opuso al golpe militar para defender la República, y, por ello, pagaron con su vida, pero respetaron su juramento, dignificaron el uniforme que vestían, todo lo contrario de los militares golpistas, que además de perjuros, envilecieron el uniforme. Los responsables del golpe militar fueron los militares perjuros, que provocaron una cruel guerra civil, y una posterior dictadura brutal. Insisto, Sr Camuñas, ellos son los responsables de todas estas desgracias al pueblo español. Quien lo niegue, puede ser producto de la ignorancia, que no es su caso; o estar aquejado de muy arraigados prejuicios y de una incuestionable perversidad. En absoluto, la II República es responsable del golpe militar.
Pero dejemos el tema del golpe militar, que ya creo está perfectamente aclarado. Pasemos ahora a la dictadura. Sr Camuñas, ¿también la II República es responsable de la brutalidad de la dictadura de Franco, que envilece a la especie humana y que fueron los años más sombríos de la Historia de España? Le recordaré algunas de sus acciones. Y usted mismo las puede calificar. Y le insisto, ¿también la II República es responsable de ellas?
Han sido publicados recientemente algunos libros del historiador Ángel Viñas que, los españoles, amantes de su historia, deberían leer. En 2016 uno, de título muy explícito, Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco. De 2015 es La otra cara del caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco -, donde desmitifica la idea del gran patriota, al señalar que entró en guerra sin un duro, pero al acabarla tenía una fortuna de 32 millones de pesetas, unos 388 millones de euros de hoy. En cuanto a su procedencia es variada: un regalo de 600 toneladas de café del dictador brasileño Getulio Vargas para el pueblo español, vendido por un total de 7,5 millones de pesetas, acabó en su cuenta corriente; igualmente que donaciones realizadas a su bando, como una de 100.000 pesetas del 23 de octubre de 1936; y traspasos mensuales de 10.000 pesetas desde Telefónica. Todo esto lo consideró botín de guerra para cubrirse las espaldas ante un futuro incierto. Al acabar la guerra y sentirse seguro, empezó a invertir, cuando muchos españoles pasaban hambre. ¡Vaya patriotismo!
Retorno al libro de Sobornos, donde destroza otro, uno más, de los mitos sobre Franco. A saber, que fue el único hombre de Estado que, virilmente, se atrevió a decir «No» al entonces dueño de Europa, Adolf Hitler. Que con ello demostró ser el clarividente hombre de Estado que nos salvó de participar en una nueva guerra, la II Guerra Mundial. Que fue un estratega genial, un «hombre providencial de hábil prudencia y sagacidad galaica», que, además -ironiza Viñas- «escapó al cerco internacional y, con no menos mano izquierda, consiguió el abrazo estadounidense, como centinela para la defensa de Occidente frente a la amenaza bolchevique».
Aún hay hasta quien dice -como el profesor Luis Suárez Fernández- que Franco no se unió a Hitler porque un caudillo católico nunca haría migas con un führer neopagano. Lo que Viñas demuestra -gracias a que en 2013 Reino Unido desclasificó ciertos documentos- continuando con la investigación, es que, si Franco no cedió a entrar en guerra, fue porque Churchill y el banquero Juan March compraron a sus generales, entre otros, Kindelán, Orgaz, Aranda y a su hermano, Nicolás Franco. Otro elenco de patriotas. Los ingleses presionaron a España; desplegaron al servicio secreto de inteligencia y se lanzaron a sobre limpio sobre militares y políticos de confianza de Franco para influirle.
Viñas dinamita tópicos. Como el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya. Como cuando explica que los generales franquistas querían que Ramón Serrano Suñer «tuviera un accidente» porque apoyaba la alianza con Hitler. Gracias al libro de Sobornos, podemos saber hoy más (o quizá solo algo) sobre el origen de muchas fortunas ilustres de España, lo que me sirve para sospechar que la hostilidad contra la Memoria Histórica -mostrada con una brutalidad inusitada estos días por los populares quizá no tenga tanto que ver con los innumerables asesinatos de Franco, como de sus robos y expolios.
Como dice, Antonio Cazorla, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Universidad de Trent de Canadá, y autor de otro libro Franco, biografía del mito: “Pues ya se sabe que los hombres pasan y las piedras, erigidas con billetes robados, quedan. A lo mejor también, cuando algunos nos dicen que miremos a Paracuellos del Jarama y nos callemos, lo único que buscan es que nuestros ojos no se fijen demasiado en sus rascacielos de la Castellana o en las fincas de caza en Extremadura”. De todo este robo, expolio y latrocinio cometido por esos grandes patriotas, encabezado por Francisco Franco, ¿también es responsable la II Repú
La crueldad del régimen franquista la expresa muy bien Marc Baldó Lacomba en su artículo “Aterrados, desterrados y enterrados: la represión franquista del profesorado universitario’:” La exclusión del disidente se hizo mediante tres procedimientos violentos, relacionados con la palabra tierra. A unos se les enterraba: se les fusilaba, se les mataba a palizas o en penosas condiciones en la cárcel. A otros se les desterraba: se les forzaba al exilio, se les expulsaba del país… Y a otros, se les aterraba, se les echaba a tierra, se les encarcelaba, se les dejaba sin trabajo, se les depuraba, se les confiscaban los bienes, se les humillaba, se les hacía callar, se les imponía el exilio interior y unas condiciones de vida y trabajo durísimas”. Sr Casuñas, ¿también de ello es responsable la II República?
Continuemos con la crueldad de la dictadura. Del libro Los niños perdidos del franquismo de VINYES, R., ARMENGOU, M. y BELIS, R. es este breve fragmento, que sobrecoge a toda persona de bien:
«Estos niños representan la España futura. Queremos que lleguen a decir un día: «Sin duda la España falangista fusiló a nuestros padres, pero fue porque lo merecían. En cambio, ha rodeado nuestra infancia de cuidados y comodidades». Los que, pese a todo, a los veinte años nos odien todavía serán los que no valgan nada. Los deshechos de la sociedad» Sobrecoge por el nivel de perversidad. ¿Cabe mayor crueldad?
El régimen franquista consciente de la importancia de la infancia, tanto por motivos demográficos como políticos, dictó desde el principio una normativa para controlar a la población infantil republicana. Decreto 23 de noviembre de 1940 sobre protección del Estado a los huérfanos de la Revolución y de la Guerra. Ley de 4 de diciembre de 1941 por la que se regulan las inscripciones en el Registro Civil de los niños repatriados y abandonados. Tal normativa no puede salir más que de mentes retorcidas, crueles y perversas. No puede salir de una mente con un mínimo de humanidad. Merece la pena consultarlas.
Como comenta Rosa Mº Aragüés “La cárcel de mujeres”. Predicadores: Legislación y represión (1939-1955), siguiendo las directrices del psiquiatra Antonio Vallejo Nájera-vaya individuo- se decidió que el mejor método consistía en separar, robar, a los niños de sus padres para educarlos según los principios del Movimiento Nacional. Además, se extraditó a los niños enviados por el Gobierno de la República a distintos países extranjeros, para apartarlos de los horrores de la guerra. Las leyes citadas estaban dirigidas a conseguir el Estado la tutela de los hijos de los vencidos y apartarlos de sus familias, aprovechando la situación de desprotección de esos niños al encontrarse en muchas ocasiones con los padres en la cárcel, muertos o exiliados. Asimismo, el régimen aprovechó la corta edad de muchos de ellos para proceder a cambiarles de nombre y facilitar así su adopción y la pérdida definitiva de todo contacto con sus familias. Lo que el régimen planteó como una obra humanitaria para proteger a la infancia de la miseria y el abandono, se convirtió para muchas familias en un método legal que el Estado utilizó para despojarles de sus hijos y, tras ingresarles en instituciones benéficas y religiosas, proceder a una total reeducación. Lo que conllevaba para muchos niños el renunciar y aun repudiar a sus progenitores por considerarles culpables de todo lo que se les acusaba.
Las niñas tuteladas por el Estado significaban el 62,6%. Las hijas de reclusos fueron internadas en colegios religiosos, donde fueron adoctrinadas por las religiosas sobre la condición criminal de los padres, algunas de ellas se negaron a volver a verlos y tomaron los hábitos para “redimir” los pecados paternos. Testimonios hay muchos, pero este quizá es de los más explícitos:
“Y a su niña se la quitaron y se la llevaron a un colegio de monjas. Entonces esta mujer escribía continuamente a la niña desde la cárcel hablándole de su papá. Que su papá es bueno y que recuerde a su papá. Y llega un momento en que la niña le escribe: “Mamá, voy a desengañarte. No me hables más de papá, ya sé que mi padre es un criminal. Voy a tomar los hábitos. He renunciado a padre y madre, no me escribas más. Ya no quiero saber más de mi padre”. GARCÍA, C., Las cárceles de Soledad Real, Barcelona. Sr Camuñas, ¿también de toda esta crueldad es responsable la II República?
Durante la II República se produjeron grandes conquistas para las mujeres: derecho a voto, derecho a la educación, aprobación del matrimonio civil y el divorcio, despenalización del aborto, más presencia en el mundo laboral y más participación en las actividades ciudadanas; lo cual, conllevaba escapar de las tradiciones y de la opresión de la Iglesia Católica. Logros que les pasarían factura en el mismo momento en que se inició la represión franquista, pues ni la Iglesia ni la derecha tradicional perdonarían este atisbo de libertad, iniciando de inmediato una implacable persecución de todas las que habían osado distinguirse por sus ideas.
No esperó el Gobierno de Franco a terminar la guerra para iniciar estas reformas. Tenía prisa. Desde el primer momento en la zona dominada por los golpistas se anularon leyes y se crearon otras que entraban en vigor automáticamente en las zonas que iban ganando a la República considerando las anteriores ilegales. La primera ley de familia en entrar en vigor fue la de 12 de marzo de 1938, que sumía en la ilegalidad a los matrimonios civiles; un año después, la Ley de 26 de octubre de 1939, derogaba la ley de divorcio; ya en 1941 se aprobó la Ley de 24 de enero, de protección de la natalidad contra el aborto y la propaganda anti conceptista, que derogaba los artículos 417 a 420 del Código Penal aprobados por la República, referidos al delito de aborto; la de 6 de febrero de 1942, que variaba los delitos de estupro y rapto; el 12 de marzo se creaba el delito de abandono de familia; y por último las dos de 11 de mayo que restablecían el delito de adulterio y modificaban el infanticidio y el abandono de niños. Estas leyes facilitaron la entrada en el ordenamiento punitivo a un componente religioso, el denominado «nacional-catolicismo», que constituyó sin duda uno de los elementos peculiares y claves de la ideología oficial de los cuarenta años de franquismo.
El 11 de mayo de 1942 se aprobaba la Ley que restablecía el delito de adulterio, suprimido en el Código Penal de 1932 introduciendo algunas modificaciones básicas (de marcado sesgo sexista) en espera de la publicación de un nuevo Código Penal, a fin de: «Identificar en su esencia, sin perjuicio de distinguir en sus sanciones el adulterio de ambos cónyuges, idéntico en su esencia aunque diverso por la gravedad del daño mucho mayor en la infidelidad de la esposa; sin descuidar tampoco la categoría social de este delito que, sobrepasando la esfera del honor privado, llega a herir las más sagradas exigencias sociales»
En 1944 se reincorporó también un artículo del Código Penal de 1870 que venía siendo problemático desde antiguo, el 428, suprimido por la legislación republicana, el “uxoricidio por causa de honor”, en virtud del cual: «El hombre que matará a su esposa sorprendida en adulterio sufrirá tan sólo pena de destierro de su localidad y quedará eximido de cualquier castigo si sólo le ocasiona lesiones…»
El “uxoricidio honoris causa” había sido tratado ya en la dictadura de Primo de Rivera cuando se procedió a una reforma del Código Penal de 1870. Con el advenimiento de la República se abolió dicho código retornando al anterior, el de 1870 con intención de proceder a su reforma. El 1 de diciembre de 1932, entraba en vigor el nuevo, en el cual se suprimía la figura del “uxoricidio por honor”. Figura que volvería a estar en vigencia con el Código de 1944.
El artículo del Código de 1944 constituía un auténtico privilegio para el hombre en defensa de su honor, en virtud del cual podía matar o lesionar a su esposa sorprendida en flagrante adulterio o a su hija menor de veintitrés años si vivía en el domicilio paterno, sorprendida en análogas circunstancias. Este artículo se mantuvo en vigor hasta la aprobación de la Ley 79/1961 de 23 de diciembre para la revisión y reforma del Código Penal y otras leyes penales. Sr Camuñas, ¿también la II República es responsable del retroceso de los derechos de las mujeres españolas, que nos retrotraen a la Edad Media?
Otro ejemplo de crueldad: «S. E. el Generalísimo de los Ejércitos Nacionales ha dispuesto la constitución de una Comisión que, previos los asesoramientos necesarios y con la máxima urgencia, proceda a la creación de los Campos de Concentración de prisioneros…». Boletín Oficial del Estado. – Burgos 5 de julio de 1937.- Número 258.
Franco creó en España un centenar más de campos de concentración de los que se creía hasta ahora. Una investigación del periodista Carlos Hernández plasmada en su libro Los campos de concentración de Franco documenta 296 en total, a partir sobre todo de la apertura de nuevos archivos municipales y militares. Por los campos pasaron entre 700.000 y un millón de españoles que sufrieron «el hambre, las torturas, las enfermedades y la muerte», la mayoría de ellos además fueron trabajadores forzosos en batallones de esclavos. Estuvieron abiertos desde horas después de la sublevación militar hasta bien entrada la dictadura. Sr. Camuñas, ¿también es responsable de estos campos de concentración, la II República?
En España, con la dictadura afianzándose en el poder y el país en plena reconstrucción tras la guerra, Franco decidió ignorar la epidemia de la poliomielitis. Aunque no se conoce la cifra real, se calcula que entre 1950 y 1964 el virus acabó afectando a más de 300.000 personas y murieron cerca de 2.000 niños. No fue hasta 1964 cuando comenzó a suministrarse aquí una vacuna, una década después de Estados Unidos. No se inyectaba la solución de Salk sino una vacuna oral descubierta por el médico polaco Albert Sabin que consistía en unas gotas que se daban a los niños sobre un terrón de azúcar. ¿Por qué dejó Franco que la epidemia se extendiera y afectara a más niños? ¿Sr Camuñas, ¿también de la muerte de estos niños españoles por la poliomielitis es responsable la II República?
Termino con una reflexión del gran maestro de historiadores Josep Fontana. No le vendría mal su lectura para refrescarle algunas ideas al Sr. Camuñas. En la introducción del libro “Enseñar Historia con una Guerra Civil por medio” (1999) Fontana nos dice: “Vivimos en tiempos de revisionismo en que se pretende sostener que en la contienda civil española ambos bandos fueron igualmente culpables y que la sublevación militar de julio de 1936 fue una consecuencia inevitable de los errores y abusos del régimen republicano. Pienso, por el contrario, que un análisis de lo realizado por cada uno de los dos bandos muestra que les movían razones muy distintas. Y que es imposible entender lo que significó la Segunda República Española, y los motivos por los que la combatieron los sublevados de 1936, si se pasan por alto diferencias tan fundamentales como ésta: la República construyó escuelas, creó bibliotecas y formó maestros; el «régimen del 18 de julio» se dedicó desde el primer momento a cerrar escuelas, quemar libros y asesinar maestros”.
Termino con otra reflexión. Las palabras del Sr. Camuñas tienen un porqué. Lo explico con claridad. En Alemania el cáncer del fascismo fue extirpado de raíz en la sala de operaciones de Núremberg. En esta nuestra querida España no hubo ni cirujano ni sala de operaciones y el cáncer del fascismo no se extirpó, y al no hacerlo se extiende en un proceso de metástasis irreversible e irrefrenable al resto del organismo. Viene bien recordar, que en nuestra Transición no hubo cirujano alguno, y el cáncer del fascismo sigue, tal como estamos viendo en los medios, en la política, en muchas instituciones del Estado, y amplios sectores de la sociedad. No solo sigue, lo que ya es grave, pero es más grave todavía que está crecido y va a más. Y va a más, mientras la sociedad española no reaccione.
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