El pasado 6 de junio en este medio en el artículo Golpe de Estado, rotundamente no, escribí: «La ministra de Defensa, Margarita Robles, a la pregunta sobre si percibe algún indicio de golpe de Estado por parte de las Fuerzas Armadas afirmó: «Rotundamente, no». Y ahora irrumpe el chat vergonzoso de ese grupo de exmilitares, auténticos descerebrados. El franquismo es hoy un espectro del pasado más o menos molesto, pero operativo. Está ahí.
El BOE de 4 de julio del 2018 publicó la concesión del título de duquesa de Franco, con Grandeza de España, a Carmen Martínez-Bordiú Franco, tras el fallecimiento de su madre, Carmen Franco, a quien el rey emérito Juan Carlos I otorgó, en noviembre de 1975, tal título. ¿Tal concesión está relacionada con su discurso de proclamación como Rey de 22 de noviembre de 1975?: «Una figura excepcional entra en la Historia, con respeto y gratitud quiero recordar su figura. Es de pueblos grandes y nobles saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda su vida a su servicio». Ni el Rey emérito ni el actual se han disculpado.
El 24 de agosto del 2017 en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados se solicitó una sesión extraordinaria de la Comisión de Defensa, para que la ministra, Dolores de Cospedal, explicase el motivo por el que se había conmemorado como efeméride el 18 de julio de 1936, fecha del golpe de Estado franquista, en la Agrupación de Apoyo número 61, de Santovenia de Pisuerga, en Valladolid. La existencia de la Fundación Francisco Franco. Las reticencias en un sector del ejército a la exhumación de Franco, enalteciendo su figura.
Tal permanencia se debe a que nuestra democracia no se cimentó sobre el antifascismo. Es la gran diferencia con el resto de las democracias de Europa occidental donde, gracias a que el fascismo fue vencido, se hizo un juicio legal a los criminales. Y el ADN de su democracia fue el antifascismo. En cambio, en España, la república fue derrotada dos veces: por el fascismo y por los aliados, como decía Indalecio Prieto cuando pidió a los aliados que consumaran el plan de liberación de Europa del fascismo en 1945. Aquí, el fascismo no fue vencido y no se condenó. Por ende, nuestra Transición no fue consensuada, ya que las fuerzas del franquismo se impusieron a las de la oposición democrática. Un dato muy clarificador. Según Xacobe Bastida Freixido, durante la discusión de las enmiendas al artículo 2º de la Constitución, y cuando Jordi Solé Tura presidía la ponencia –era rotatoria– llegó un mensajero con una nota de la Moncloa señalando cómo debía estar redactado tal artículo. La nota: La Constitución española se fundamenta en la unidad de España como patria común e indivisible de todos los españoles y reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que integran la indisoluble unidad de la nación española. Casi exacta con el actual artículo 2º de la Constitución. Es evidente que su redacción no fue producto de la actividad parlamentaria y sí de la imposición de fuerzas ajenas a la misma. Tal hecho lo cuenta Jordi Solé Tura, ya en 1985, en su libro Nacionalidades y nacionalismos en España. A través del historiador Josep M. Colomer en España: la historia de una frustración, conocemos más y sustanciosos detalles sobre la nota. El mensajero de la Moncloa, Gabriel Cisneros, el cual dijo a los miembros de la ponencia que el texto contenía las «necesarias licencias» y que no se podía modificar una coma, porque había un compromiso entre el presidente del Gobierno y los interlocutores de facto, muy interesados en el tema. Un miembro de la ponencia, el centrista José Pedro Pérez Llorca, se cuadró y levantó el brazo con la mano extendida para hacer el saludo militar.
Que yo sepa nadie ha rectificado tales versiones. No ha interesado que este dato se conociera. Nunca un constitucionalista, ni siquiera los más prestigiosos lo han mencionado. Ni la mayoría de los políticos ni de los intelectuales españoles. El silencio es sospechoso.
En la Constitución, las FFAA están incluidas en el Título Preliminar, que trata de Los elementos fundamentales del Estado y la Nación. En el artículo 8º se les asigna la «defensa de la integridad territorial» de España. Esto contrasta con la mayoría de las constituciones democráticas, que las colocan en otro título no tan destacado, que se ocupa del Gobierno y de la Administración.
Por ello, una de las tareas más complicadas tras la llegada de la democracia fue la adaptación del ejército al nuevo sistema político. Hubo reformas. La del general Manuel Gutiérrez Mellado con el gobierno de Suárez para poner a las FF AA bajo el control civil en 1976. En 1981 Leopoldo Calvo Sotelo nombró al civil Albert Oliart, como ministro de Defensa, en el primer gabinete en muchas décadas (probablemente el primero), sin ningún militar. Las reformas de Narcís Serra con Felipe González, como los pases voluntarios a la reserva, castigos por opiniones políticas, disminución de la edad de jubilación, etc. O la entrada en la OTAN, lo que supuso a los militares españoles convivir con los de otros países de una larga historia democrática. O la abolición del servicio militar obligatorio en el 2002.
Termino con una pregunta inquietante: ¿El ejército español se ha adaptado al sistema democrático?
Deja una respuesta