José Ramón Villanueva Herrero
(publicado en: El Periódico de Aragón, 2 de octubre 2025)
El genocidio que actualmente se está cometiendo en Gaza ha puesto en evidencia la peligrosa radicalización de una buena parte de la sociedad israelí que, al margen de su legítimo deseo de recuperar a los rehenes en poder de Hamás desde aquel trágico 7 de septiembre de 2023, da síntomas de una grave enfermedad, de un odio visceral hacia la población palestina. Como recordaba Ricardo Mir de Francia, según las últimas encuestas que, sobre el conflicto de Gaza se han llevado a cabo en Israel, aunque el 60 % de los encuestados indican estar en contra de la guerra, ello se debe más a “su preocupación por los rehenes que siguen en Gaza” que, por el castigo, ciertamente brutal y desproporcionado, que su ejército está cometiendo sobre la población civil palestina.
Pero, donde más patente queda la enfermedad del odio que padece buena parte de la sociedad hebrea es en los resultados de un reciente estudio realizado por la Universidad de Pensilvania y que publicó el periódico Haaretz según el cual el 82% de los israelíes están a favor de expulsar a toda la población de la Franja de Gaza y de ellos, el 47% declaran, sin ningún pudor, que son partidarios de matarlos a todos, siguiendo así las arengas y consignas de diversos rabinos ultras. Por si esto fuera poco, el 52% de los encuestados apoyaría un plan para deportar a todos los árabes de Israel, esto es, a los 2 millones de musulmanes que poseen la nacionalidad israelí.
Estos datos nos hablan de la grave deriva de la sociedad civil en Israel, cada vez más radicalizada, violenta e intolerante. Y, si sombrío es el panorama, también es cierto que, ante tanta barbarie, ante tanta sangre inocente vertida en Gaza, hay, pese a todo, algunas voces en Israel que, pese a que parecen clamar en el desierto, son la conciencia de los valores cívicos a los que nunca debe renunciar una sociedad democrática. Este es el caso de algunos políticos, militares, periodistas y asociaciones y ONGs, que hoy más que nunca merecen ser escuchadas y apoyadas para frenar la espiral de odio y muerte que todo lo invade. Veamos algunos casos.
En primer lugar, Ehud Olmert, quien fuera primer ministro de Israel entre 2006-2009, el cual no ha dudado denunciar que “lo que estamos haciendo en Gaza es una guerra de devastación: una matanza indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles”, razón por la cual “Israel está cometiendo crímenes de guerra” y ello es “el resultado de la política del Gobierno, dictada de forma consciente, malvada, malintencionada e irresponsable”.
Por su parte, el partido Los Demócratas, surgido de la fusión del antiguo Partido Laborista (Abodá) y del izquierdista y pacifista Meretz, por boca de su líder Yair Golán, que llegó a ser el nº 2 del Estado Mayor del ejército hebreo, declaró recientemente que Israel “va camino de convertirse en un Estado paria, como lo fue Sudáfrica en su día” así como que “Un Estado cuerdo no hace la guerra contra civiles, no mata a bebés por hobby y no se fija como objetivo despoblar el territorio”, declaraciones por las cuales muchos de sus compatriotas, esos que están enfermos de odio, lo han llamado “traidor”.
En esta misma línea de voces críticas, hallamos a Moshe Yaalon, quien fuera exjefe del Estado Mayor y ministro de Defensa de Netanyahu hasta 2016, que ha acusado a éste de liderar una campaña de “limpieza étnica” en Gaza ya que “nos están llevando por un camino de conquista, anexión y limpieza étnica. Y se están cometiendo crímenes de guerra”.
Las voces críticas también vienen desde el mundo de la prensa. Este es el caso de Gideon Levy, prestigioso periodista del diario Haaretz, el cual ha denunciado repetidamente la política genocida de Netanyahu. Levy, que sabe de lo que habla dado que fue superviviente del Holocausto, denuncia también las mentiras de la propaganda oficial del Gobierno transmitidas a través de la entidad Hasbará, mentiras que se distribuyen a todas las embajadas de Israel, a los lobbys judíos y a los grupos evangélicos norteamericanos y, que como señala Levy, “todos compran las mentiras y las distribuyen”, razón por la cual Hasbará parece ser un alumno aventajada de las campañas propagandísticas de Goebbels en la Alemania nazi mediante las cuales se encubrían los crímenes del régimen hitleriano. De este modo, los medios de comunicación de Israel no reflejan la realidad dramática de lo que ocurre en Gaza, la hambruna se menciona, pero para decir que no existe, que es una fake new o que son imágenes generadas por inteligencia artificial y es por ello que este valiente periodista denuncia que “el genocidio en Gaza fue noticia en todo el mundo, pero aquí ni se mencionó. Simplemente lo ignoraron”: esta situación pone en evidencia que la sociedad israelí padece también una amnesia selectiva, al igual que lo fue buena parte de la sociedad alemana ante los crímenes del nazismo, tal y como relató Géraldine Schwarz en su excelente libro Los amnésicos. Historia de una familia europea (2019).
A todo lo anterior se suma el hecho de que la guerra en Gaza, la guerra más larga de las llevadas a cabo por Israel en sus 77 años de existencia, como señalaba Andrea López-Tomás, ha generado una seria crisis de reclutamiento en la sociedad israelí: deserciones, soldados exhaustos y enfadados, aumento de la tasa de suicidios entre la tropa, además de los 800 muertos habidos en sus filas desde el 7 de octubre de 2023. En este ambiente, se ha hecho público un Manifiesto firmado por 300 reservistas en el cual anunciaban que no se presentarían al Servicio Militar si eran llamados a filas como muestra de su oposición a la guerra de Gaza, pues, como señalaba el sargento Max Kresch, “Nos negamos a participar en la guerra ilegal de Netanyahu y consideramos un deber patriótico negarnos y exigir responsabilidades a nuestros líderes”.
Por último, las críticas a la guerra de Gaza también provienen de los familiares de los rehenes israelíes capturados por Hamás y de los cuales, se estima que apenas quedan dos decenas de ellos con vida. Al rechazo a la barbarie genocida que se está cometiendo a la vista de todo el mundo en Gaza, también se han manifestado en contra de ella diversas organizaciones israelíes de derechos humanos las cuales, además, piden que se cancele la orden de evacuación masiva de Ciudad de Gaza decretada por el Gobierno de Netanyahu dado que dicho desplazamiento forzado supone una limpieza étnica: este es el caso de la Asociación por los Derechos Civiles en Israel, Médicos por los Derechos Humanos o el Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel.
Tal vez, algún día, todas estas voces que hoy claman en el desierto, sean escuchadas y se ponga fin al delirio belicista y genocida que se está cometiendo en Gaza y que tanta sangre inocente ha vertido ya. Para ello, la presión internacional es y seguirá siendo imprescindible como antídoto para sanar a esa parte de la sociedad israelí y para frenar las pretensiones genocidas del Gobierno de Netanyahu, pues ambos están enfermos de un odio destructor que va contra la ética y los derechos humanos.
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