Fritz Bauer, un fiscal comprometico

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 7 mayo 2025)

La raíz racista, el poso del nazismo, siempre ha estado latente en el seno de la sociedad alemana. Soterrado durante años, ahora emerge con fuerza de la mano de Alternativa por Alemania (AfD) que, en las pasadas elecciones federales del pasado 23 de febrero ha obtenido un resultado ciertamente preocupante para la democracia al lograr un 20,8% de los sufragios de la ciudadanía germana, convirtiéndose así en la segunda fuerza política en el Bundestag.

Pero la semilla nazi nunca se erradicó y, por ello, bueno se hacer historia, de cómo Alemania afrontó esta página negra (y sangrienta) de su historia reciente.

Tras la derrota de la Alemania de Hitler al final de la II Guerra Mundial en 1945, las potencias aliadas pretendieron llevar a cabo un proceso de desnazificación de la sociedad alemana, el cual afectó

a 8 millones de alemanes. Por su parte, los Juicios de Nüremberg y sus sentencias, dictadas a finales de 1945, supusieron, como señala Géraldine Schwartz, “una débil desnazificación” dado que sólo se sentenció a 24 altos cargos nazis. Por otra parte, en 1949, el canciller de la República Federal Alemana (RFA) Konrad Adenauer, impulsó una amnistía de la cual se beneficiaron miles de nazis, algunos de ellos implicados de forma directa en crímenes.

Pero, en medio de un ambiente de amnesia general hacia el pasado sucio de Alemania, se elevaron algunas voces. Fue este el momento en que, inició un combate tan obstinado como coherente, el fiscal Fritz Bauer (1903-1968), una guerra judicial contra la impunidad de la cual gozaban los criminales y nostálgicos del nazismo. De este modo, Bauer consideraba que el único punto de partida válido para la nueva RFA exigía “erradicar las raíces del nacional-socialismo, que pasaba obligatoriamente por una confrontación honesta con el pasado” y, en 1952, consiguió establecer jurídicamente que el Tercer Reich había sido un “Estado de no derecho”, legitimando así los levantamientos y atentados contra el régimen y contra Hitler.

Fritz Bauer, nombrado en 1956 fiscal general del land de Hesse con capital en Frankfurt, inició en 1958 su batalla contra la impunidad al procesar en la ciudad de Ulm a los culpables del asesinato de 5.000 judíos en Lituania, siendo éste el primer juicio realizado en la RFA contra criminales nazis, lo cual además de conmocionar a la opinión pública, sirvió para la creación del Servicio Central de Investigación sobre los Crímenes Nacional-Socialistas.

Pese a las dificultades que en esta tarea se presentaban en otros Lander y por no pocos jueces, Bauer siguió haciendo frente a todos los obstáculos en su labor de hacer justicia reparadora. De este modo, cuando recibió una carta desde Argentina con información sobre Adolf Eichmann, el artífice de la “Solución Final” y, dado que Alemania era contraria a su extradición y que desconfiaba de la justicia y la policía germana, lo notificó al Mossad israelí el cual, tras apresar al criminal nazi y ser juzgado, sería finalmente ahorcado en Jerusalem el 1 de junio de 1962.

Bauer, siguió con su tenaz lucha y en 1963 sentó en el banquillo a 22 colaboradores del campo de exterminio de Auschwitz. Este proceso intentó, por encima de los culpables, mostrar la magnitud de la culpabilidad alemana durante el Holocausto y, por ello, Bauer intentó rebatió el eximente de la “obediencia incondicional” esgrimido hasta entonces por muchos nazis refutándolo inspirado en la idea del filósofo Karl Jaspers de que “Nadie tiene derecho a ejecutar una orden que implica una acción criminal” como atenuante de los crímenes nazis, proceso este, que inspiraría años después las películas “La conspiración del silencio” (2014) y “El caso Fritz Bauer” (2015).

Tras años de denodada lucha, Fritz Bauer apareció muerto en su bañera el 1 de julio de 1968 y nunca se supo si ello fue a causa de un suicidio o de un asesinato. Pesa que muchos juristas de su generación boicotearon su labor, las jóvenes generaciones hallaron en su figura un referente ético. Sin duda, la obra de Bauer sirvió para la reconstrucción de una justicia democrática, para la persecución de los crímenes nazis y para la reforma del derecho penal. Los procesos de Auschwitz nunca se habrían llevado a cabo sin su incansable esfuerzo y, pese a las escasas condenas logradas, permitió introducir e impulsar, a partir de la década de 1960, la discusión pública en la sociedad alemana de un tema, hasta entonces tabú, cuál era el del Holocausto judío. Por todo ello, hoy recordamos su legado y su memoria.

Loading