Reactivar el europeismo

José Ramón Villanueva Herrero

(publicado en: El Periódico de Aragón, 10 mayo 2024)

En el año 2018, un colectivo de intelectuales e investigadores firmaron un Manifiesto por la democratización de Europa y que, posteriormente, sería firmado por más de 100.000 ciudadanos europeos, el cual tenía como objetivo la transformación en profundidad de las instituciones y políticas de la Unión Europea (UE). Dicho Manifiesto pretendía ofrecer propuestas concretas, recogidas en el llamado Tratado de Democratización y Presupuestos, las cuales podían aceptar y aplicar los países que así lo deseasen a la vez que impedía que ningún estado de la UE fuera capaz de bloquear a aquellos que quisieran avanzar en el proyecto de construcción europea.

Las propuestas entonces planteadas resultan hoy más necesarias que nunca para reactivar la UE, máxime tras el desgarro que supuso el Brexit, a lo cual hay que añadir el preocupante panorama político actualmente existente en países como Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia y Eslovaquia en los cuales se está produciendo un preocupante auge de los partidos populistas antieuropeos enfrentados a las políticas y a las instituciones comunitarias de Bruselas.

Las propuestas del citado Manifiesto, como reconocía Thomas Piketty, pretenden que el UE avance hacia “un modelo original para garantizar el desarrollo social justo y duradero de sus conciudadanos” y se articulaban en aspectos tales como los siguientes:

1.- Establecer la solidaridad entre los ciudadanos de la UE mediante adecuadas políticas fiscales y, para ello, hay que hacer que “aquellos que han sacado partido de la globalización contribuyan a la financiación de los bienes del sector público de los que hoy cruelmente se carece en Europa” y, para ello, hay que hacer que “las grandes empresas contribuyan en mayor medida que las pequeñas y medianas y que los contribuyentes más ricos paguen más impuestos que los más pobres”.

2.- Creación de unos presupuestos comunitarios para la democratización, los cuales se debatirían y votarían por parte de una Asamblea Europea soberana para así, “crear un conjunto de bienes y servicios públicos y sociales en el marco de una economía sostenible y basada en la solidaridad”, para así hacer efectiva la promesa del Tratado de Roma relativa a la “armonización de las condiciones de vida y de trabajo” de todos los ciudadanos de la UE. Estos presupuestos tendrían, como objetivo prioritario, reducir las desigualdades entre los países e invertir en el futuro de todos los europeos, sobre todo, de los más jóvenes.

3.- Creación de una Asamblea Europea, coordinada con las actuales instituciones comunitarias, en especial, con el Eurogrupo, pero que, en caso de desacuerdo, la referida Asamblea tuviera la última palabra. Esta sería la forma de sacar a la UE de lo que Piketty considera como “la eterna inercia de las negociaciones intergubernamentales y evitar que la regla de la unanimidad fiscal en vigor siga bloqueando la adopción de cualquier impuesto europeo”, además de poner fin a la evasión que supone el dumping fiscal. Y es que, como señala el citado economista francés, “si Europa no encarna la justicia fiscal, los nacionalistas acabarán triunfando” y la UE quedaría herida de muerte.

La composición de la Asamblea Europea estaría formada por un 80% de miembros de los parlamentos nacionales que firmen el Tratado en proporción a su población y a los distintos grupos políticos, mientras que el 20% restante correspondería a miembros electos del Parlamento Europeo en proporción a los respectivos grupos políticos que lo conforman. Así, la propuesta Asamblea Europea, al estar conformada por parlamentarios nacionales y por los procedentes del actual Parlamento Europeo, se crearía hábitos de gobierno conjunto que, actualmente, sólo existen entre los Jefes de Estado y los ministros de Economía de la UE. Además de lo dicho, en opinión de Piketty, se lograría “involucrar a todos los ciudadanos europeos en la dirección de un nuevo pacto social y fiscal y la legitimidad democrática entre los electores nacionales y europeos”. Para la puesta en marcha de esta Asamblea Europea, Piketty estima que sería deseable y preferible, que ésta la iniciasen los 4 países más importantes de la UE, esto es, Alemania, Francia, Italia y España, que juntos, representan el 75% de la población y del PIB de la zona euro, los cuales, deberían de establecer una “unión política y fiscal reforzada” en el seno de la UE, abierta a todos los miembros, por supuesto, pero sin que ninguno pueda bloquearla.

Para finalizar, el citado Manifiesto hace un llamamiento a todos los hombres y mujeres que sienten el ideal europeo para que “asuman sus responsabilidades y participen en un debate detallado y constructivo sobre el futuro en Europa” pues, como advierte Piketty, ha llegado el momento de que “pongamos las cartas sobre la mesa y avancemos” ya que “nuestra incapacidad colectiva para debatir sobre la Europa que queremos sería la mayor victoria para los populistas y trumpistas de todo pelaje”.

Por todo ello, retomar las ideas de dicho Manifiesto resultan esenciales dado que, en las próximas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio, existe un riesgo cierto de que el actual eje rector de las instituciones comunitarias, formado por los partidos conservadores y socialdemócratas, sea reemplazado por la alianza entre algunos partidos conservadores y los de extrema derecha y ello sería, la muerte de los valores que dieron razón de ser a la UE tal y como la conocemos.

Loading