Lengua

Son lenguas españolas: el castellano, el catalán, el gallego, el euskera…

En un alto porcentaje de la crispación política sobre la vertebración territorial en nuestro país, lo genera el tema lingüístico. Yo he escrito sobre ello ya varios artículos. Y hay que andar con especial cuidado sobre este tema, al estar tan emponzoñado, que digas lo que digas vas a verte sometido a ataques furibundos desde todos los frentes. Pero creo que merece la pena esforzarse para introducir cierto sentido común en él.

Resulta pertinente recurrir a voces foráneas para tratar este tema con cierta mesura y equilibrio, como la del profesor y periodista portugués Gabriel Magalhâes, que publicó en 2016 el libro Los españoles. Un viaje desde el pasado hacia el futuro de un país apasionante y problemático. El autor manifestó en la presentación de su libro que España es un país «de alto voltaje», atravesado por una línea de tensión y en el que siempre hay una parte que tiene miedo de quedar excluida; que siempre que vuelve a su país desde España se «desenchufa» y le invade una sensación de tranquilidad difícil de percibir en el país vecino de Portugal. «En España no se puede estar distraído» y «es perfectamente posible que todo el mundo quepa, que nadie perciba riesgo de ser excluido, que todos puedan ser tal como es y que el resto se alegre de ello”. Ha hecho una perfecta radiografía de la idiosincrasia española.

Y entre otras ideas del libro, Magalhâes recomienda la siguiente tarea a la clase política española: «El grupo dirigente que fuera capaz en el ámbito de la lengua de llevar un cambio legislativo modificaría la historia del país y garantizaría la unidad de la nación para mucho tiempo. Este cambio legislativo sería: el aprendizaje en la escuela, además de la materna, de otra lengua peninsular. No habría mejor disolvente para la crispación. «Una fuente de tolerancia» que contrasta con una visión política que se obstina en definir Babel como un anuncio apocalíptico del fin de la unidad de España”.

Magalhâes, en una entrevista propuso para el problema territorial, pero que suena a sacrilegio, aunque esté en las leyes vigentes: “Es un drama que el catalán no sea sentido por todos como una lengua de todos. En Cataluña (en la sociedad) existe una enorme generosidad con el castellano, que no es recíproca, y que sería muy útil”. (En relación a esa generosidad de la sociedad catalana sobre el español, es cuando menos cuestionable desde mi punto de vista. No es tan generosa entre determinados sectores del independentismo). Prosigue Magalhâes: “No hay español que no sienta la Sagrada Familia o Gaudí como propios, ¿por qué no la lengua?». Sugiere que las escuelas españolas añadan a su currículum la enseñanza de catalán, euskera o gallego. Cuando se entienda que las lenguas son de todos el problema se acabó”.

Mas, aquí también en España se ha trabajado desde hace varias décadas en aras a alcanzar una convivencia pacífica y de respeto entre las distintas lenguas españolas, consideradas como un patrimonio cultural de todos, del que deberíamos sentirnos todos orgullosos. Y no utilizarlas para arrojárnoslas sobre nuestra cabeza con fines espurios, estrictamente electorales, aunque ello sirva para emponzoñar la convivencia entre los distintos españoles.

Quiero fijarme en el trabajo encomiable y, hasta ahora sin éxito, del zaragozano y catedrático de Lingüística General de la Universidad de Valencia desde 1981, Ángel López García-Molins (ALG-M) en aras a la consecución de una nación unida por medio de sus idiomas. Para ello me basaré fundamentalmente en el artículo “Ángel López García-Molins y la convivencia entre los ciudadanos españoles a través de sus lenguas” del profesor de la Universitat de València, Ricard Morant-Marco. También insertaré algunos fragmentos de algunos artículos de ALG-M, junto con reflexiones personales.

El siguiente fragmento de su obra Babel airada (2004), lo deja muy claro: “Si se me permite una confesión personal diré que, desde la publicación de mi libro “El rumor de los desarraigados”, obra que obtuvo el Premio Anagrama en 1985, me había propuesto firmemente no volver a escribir un ensayo sobre la cuestión de las lenguas de la Península Ibérica. (…) Pero nadie me negará que lo de ahora empieza a parecerse a una guerra–o que lleva camino de serlo, una nueva guerra incivil-, la cual, en última instancia, tiene su origen en diferencias lingüísticas, ya reales, ya aparentes, ya parcialmente reales y en parte ficticias. Por eso, contra mi deseo, me he echado otra vez a la palestra. Porque el momento que vivimos no puede resultar más confuso y peligroso si, como podría suceder, en cada bando terminan imponiéndose los que gritan sobre los que piensan”. Este fragmento es del 2004, y tras 17 años, como estamos comprobando, la cuestión lingüística se ha enquistado mucho más. Casado poco ha en Galicia, en su intervención en la Junta Directiva provincial del PP de A Coruña, en tono vehemente, ha lanzado la siguiente retahíla de preguntas: «¿Se puede tolerar que a un niño de 5 años se le pida apedrear para aislar a un niño en clase? ¿Se puede tolerar que haya profesores con instrucciones para no dejar ir al baño a niños porque hablan en castellano? ¿Se puede tolerar que haya niños que por hablar castellano en el recreo, les metieran piedras en la mochila? ¿Se puede tolerar que a los hijos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional se les señale en clase y se diga que estos niños no pueden estar integrados?». El president de la Generalitat, Pere Aragonès, no ha tardado en reaccionar ante estas declaraciones «infames» del líder popular y en un tuit ha anunciado que los servicios jurídicos del Govern las «estudiarán». «Defenderemos siempre la verdad y al profesorado de ataque indecentes como este», ha escrito Aragonès. La Generalitat se niega a aceptar la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya que determina que el 25% de la enseñanza sea en castellano. Guerra total y sin visos de solución. Cada vez peor. Y en medio la ciudadanía. De verdad, ya sobrepasa el límite de lo razonable. ¿No es posible llegar a un acuerdo dialogado? Parece que no. Lo importante, son los votos.

Son de destacar esas palabras de AGL-M “me he echado a la palestra”, significan compromiso ético ante un problema que afecta a la convivencia de la ciudadanía. Otros muchos prefieren quedarse en la retaguardia por miedo o por interés. O por otras razones. Ese compromiso lo expresó el día en que fue nombrado Doctor Honoris Causa por la UNED en su ponencia de aceptación titulada El conflicto español y el tema de España: “Por eso, aunque me he ocupado de muchos temas de investigación en mi vida, pienso que no puedo eludir en este momento uno que desborda el ámbito estrictamente científico para irrumpir de lleno en la vida social: el del conflicto lingüístico y su relación con el tema de España. (ALG-M 31/01/2018).

ALG-M ha sido consciente desde siempre de que la lengua ocasiona conflictos, porque es uno de los aspectos fundamentales que conforman nuestra identidad, que forma parte de nuestra propia esencia. Sin embargo, la vocación temprana por participar en la solución de esta problemática lingüística en el ámbito español nace en Valencia, una ciudad en la que descubrió un bilingüismo muy peculiar y en la que al llegar como catedrático conoció a su amigo Sanchis Guarner. Tres años después de la publicación del artículo 3 de la Constitución de 1978 en la que se declaraba la oficialidad del español y la cooficialidad de las lenguas propias en sus territorios respectivos, empieza a observar que: “En las regiones bilingües hay muchos ciudadanos que se mueven perfectamente en español, pero que no acaban de sentirse plenamente españoles por razones lingüísticas, y otros que, al tener como materno el idioma oficial, se ven mirados con sospecha”. Es decir, percibe que “junto al “problema del español” está “el problema de las otras lenguas españolas”, “el catalán-valenciano, el gallego y el euskera”.

En el año 2017 continúa señalando, ya lo había manifestado mucho tiempo antes, el conflicto lingüístico, el serio problema de convivencia al que se enfrentan los españoles:

“Las regiones monolingües no son conscientes de hasta qué punto en las plurilingües la llamada lengua propia (…) conforma íntimamente a las personas que la tienen como materna. (…) Precisamente porque creo que los catalanes, los valencianos, los gallegos o los vascos llevan siglos siendo españoles, pienso que no se ha hecho lo suficiente para que comprueben que su lengua histórica es un legado que España sabe mimar”.

Ahora bien, al mismo tiempo, debe entenderse que un país moderno, integrado en un mundo globalizado y con una economía del primer mundo, no puede funcionar sin una lengua común. Esta lengua es el español, desde que se propagó como idioma vehicular a finales de la Edad Media. ¿Que a veces se ha intentado imponer por el Estado?: cierto. ¿Que en las comunidades autónomas bilingües se la ha querido arrinconar?: cierto también. Para ALG-M “Ambas actitudes son moralmente condenables y políticamente inútiles” puesto que: (…) “ni los decretos de Nueva Planta ni las medidas del franquismo consiguieron erradicar el catalán, el gallego o el vasco. Pero tampoco han servido de nada las leyes de la llamada normalización lingüística: el español, a pesar de que se le ha excluido de la administración, de la enseñanza y de los medios de comunicación oficiales, mantiene y aun ha aumentado su número de hablantes en las comunidades autónomas bilingües”. (ALG-M 2017).

“En la actualidad, sigue sin arreglarse la tensión lingüística: Intente hablar en catalán en el Senado, pruebe a canturrear en vasco en un bar o póngase una camiseta reivindicando el gallego y verá qué cara le ponen en las regiones monolingües. Reclame que le hablen en español en una oficina de la administración autonómica o pida que a su hijo le impartan más materias en castellano en la escuela y puede que tenga problemas en alguna comunidad bilingüe”. (ALG-M 2018)

No es verdad que en España se respeten las lenguas y las culturas minoritarias

Por tanto: No es verdad que en España se respeten las lenguas y las culturas minoritarias, la vida del país está regulada por un Estado que ni siquiera permite emplearlas en la cámara de representación territorial y que, con mayor motivo las ha excluido totalmente de la administración, de la educación y de la cultura que suministra a todos los ciudadanos españoles. A veces, por una reacción exagerada, este modelo excluyente se ha reproducido miméticamente en las comunidades bilingües, las cuales han tendido a considerar la lengua en la que todos se entienden como un enemigo que hay que abatir, en vez de exigir sumas y no restas, incrementos donde aún hay pobreza lingüística y no empobrecimiento donde antes la había”. (ALG-M 2017).

Ante todos estos hechos, ALG-M se propuso desde hace más de 40 años tratar de solucionar esta realidad lingüística conflictiva. Y para ello comenzó tratando de demostrar en su primer ensayo, El rumor de los desarraigados. Conflicto de lenguas en la península ibérica (Premio Anagrama de ensayo en 1985), cuál fue en su origen la relación del español con el resto de las lenguas peninsulares. Apoyándose en la historia deja muy clara la verdadera significación del español como lengua común cuando afirma que “Originariamente fue una lengua que surgió como consecuencia de la necesidad de convivencia de cierta zona de la península, no Castilla sino más bien cerca del País Vasco y Navarra” (Entrevista a Ángel López 2009). Es decir, la lengua española, que se convierte “en la lengua de intercambio del centro de la Península Ibérica durante la Edad Media” nace como koiné vehicular, como lengua (de todos y de ninguno) fácil y accesible para facilitar la comunicación entre personas de lengua materna diferente. Por tanto, el español ni es patrimonio exclusivo de Castilla ni en esa etapa se impuso: “No destruyó a las otras lenguas porque no tenía orgullo de lengua, no tenía adscripción nacional.” Con este planteamiento ALG-M muestra “la voluntad de proponernos bases para el entendimiento y la convivencia.” Por otro lado, en Babel airada. Las lenguas en el trasfondo de la supuesta ruptura de España (2004), en La lengua común en la España plurilingüe (2009) y en Un sueño plurilingüe para España (2017) se lanza a la defensa no del multilingüismo sino del plurilingüismo en España. “Un país es multilingüe cuando se hablan en él varias lenguas. Casi todos los países del mundo lo son. En cambio, un país es plurilingüe cuando sus ciudadanos se esfuerzan por manejarse en varias de sus lenguas y dicha pluralidad lingüística forma parte de la esencia del país.”

Acomete este proyecto igualitario principalmente por dos motivos. En primer lugar, “porque la cuestión lingüística constituye una de las causas principales del desasosiego de los ciudadanos españoles y, mientras no se resuelva, andaremos dando bandazos.” (ALG-M 2017), ya que: “El tiempo apremia: la herida sigue abierta, y las posibilidades de que se gangrene crecen de día en día. Necesitamos cauterizarla con un gran pacto de Estado: nos va en ello la paz social.” (ALG-M 2009). Y en segundo lugar, porque se trata de una situación injusta ya que “si el primitivo estado español del siglo XVI era cuatrilingüe, lo justo es que lo sea también en el siglo XXI.” (ALG-M 2019). O sea, porque “en realidad no existe una lengua nacional española, existen cuatro idiomas representativos de la nación”, que “constituyen un patrimonio cultural indiviso”8 (ALG-M 2019). De hecho:

Estas cuatro lenguas, español, catalán-valenciano, gallego y vasco, tienen una presencia simbólica obvia en el escudo de España, siendo representadas respectivamente por el castillo, las cuatro barras, el león y las cadenas. Simbólicamente todas y cada una de ellas son las lenguas de España y por eso deben emprenderse acciones legislativas y de gobierno para que la realidad actual se acerque al ideal igualitario. (ALG-M 2019:)

Ante este panorama la opción elegida por ALG-M resulta muy clara: “Mi postura se resume en dejar las cosas como están lingüísticamente en relación con la lengua más favorecida, facilitando con medidas correctoras las injusticias que la historia ha deparado a las menos favorecidas.” (ALG-M 2014). Y para lograrlo “La idea es hacer extensivas las actitudes sesquilingües –producción monolingüe + comprensión bilingüe- al conjunto de España, siguiendo la práctica habitual en lo antiguo” (ALG-M 2009). Es decir, “expresarse cada cual en su lengua y entender la del otro”. Este sueño ya lo tuvieron “los padres fundadores de la Unión Europea (UE), como K.Adenauer, J. Bech, J.W. Beyen, W. Churchill, A. De Gasperi, J. Monnet, R. Schuman, P.-H. Spaak o A. Spinelli que, a mediados del siglo pasado, soñaron con una Europa políglota en la que cada uno hablara su propia lengua pero entendiera la del otro, ya que esos procesos de intercomprensión en lenguas eran la base fundamental para lograr una Europa unida, pacífica y próspera”.

ALG-M, al plantear la posibilidad de este plurilingüismo sesquilingüe (o receptivo) es plenamente consciente de que en España:

(..) “hay dos situaciones por completo diferentes, la de los tres romances (catalán, español y gallego), por un lado, y la del euskera por otro: los primeros pueden abordarse desde un patrón como el del EuRom4 o el de los Sieben Siebe; el segundo, que resulta incomprensible para cualquier hablante románico, plantea retos diferentes, en la línea de las experiencias pedagógicas de simplificación”.

Cuando habla de sesquilinguismo ALG-M, lo que sugiere aquí es “que una persona hable y entienda su lengua y sea capaz de entender al mismo tiempo la del otro. Se llama técnicamente sesquilingüismo (del prefijo latino SESQUI-, “uno y medio”). (…) El empleo de la expresión descriptiva plurilingüismo receptivo es para hacer el concepto más visible en general. No es una situación inusual. En los países escandinavos es muy común que un danés, por ejemplo, entienda el sueco.

En definitiva, se trata de lograr “que las lenguas propias se sientan como tales también en las [regiones] monolingües” y que “la lengua común se sienta algo menos ajena en las regiones bilingües” (ALG-M 2014). Y para conseguirlo:

“Es necesario sensibilizar a toda la población española en el sentido de que España es históricamente un país tetralingüe y, por lo mismo, un estado con cuatro lenguas nacionales, con una decidida labor de concienciación en los medios y en la enseñanza; es conveniente preparar a toda la población para entender (no para hablar) el catalán y el gallego escritos y orales, así como para que posean nociones de euskera; es conveniente que los poderes públicos, los líderes sociales y las distintas administraciones se acostumbren a emplear el catalán, el gallego y, siempre que no impida la comprensión, el vasco, fuera de las comunidades bilingües. Por lo mismo, es conveniente ser respetuoso con la población hispanohablante de las comunidades bilingües dejando de considerar su idioma materno como una lengua que, en expresión desafortunada, se llamó “sobrevenida”, es decir, más o menos ilegítima. Es inadecuado plantear la convivencia lingüística como conflicto, (…) (ALG-M 2017)

Es preciso abrir un debate público y crear un espíritu propenso al plurilingüismo receptivo

A la hora de poner en marcha todas estas medidas tiene muy claro que lo más importante es “cambiar la actitud de los ciudadanos y que sólo cuando haya cambiado será posible plantear medidas efectivas concretas porque ellos mismos las habrán demandado. Lo contrario sería empezar la casa por el tejado” (ALG-M 2009). Duda, por tanto, de “que la ideología de la convivencia plurilingüe pueda imponerse socialmente a base de medidas administrativas concretas si previamente o, al menos, de manera simultánea, no se logra un mínimo consenso social sobre su necesidad intrínseca”. Por tanto, “es preciso abrir un debate público y crear un espíritu propenso al plurilingüismo receptivo” (ALG-M 2009).

A la hora de intentar hacer realidad su sueño, no lo ha tenido fácil pues ha tenido que sortear numerosos obstáculos y se ha enfrentado a numerosas dificultades. En primer lugar, a la imposibilidad de llevarlo a cabo de manera personal, como lo reconoció en el Senado al finalizar su intervención titulada ¿Lengua o lenguas del estado? (28/09/2018).

Critica especialmente el comportamiento inadecuado del Estado porque, entre otras cosas, le resulta “sorprendente que el Estado no se haya planteado la necesidad de una política lingüística para todas las lenguas de su territorio”. Piensa que probablemente se debe a que “en España llevamos mucho tiempo haciendo política con las lenguas. Aquí y allí, en un bando y en el otro” (ALG-M 2017). Y lo cree así, porque ese uso interesado de las lenguas lo vivió en primera persona al crear el Instituto de lenguas Península Ibérica ILPI, un proyecto que preparó junto a un grupo de lingüistas preocupados por el asunto del plurilingüismo peninsular (ALG-M 2014):

¿Saben qué pasó? Pues que el PSOE, que parecía muy interesado en llevarlo adelante, fue poniendo obstáculos para que no se aprobase antes de las últimas elecciones generales. Sin duda, le asustaba la mala prensa del catalanismo en Aragón: por eso, tampoco llegó a ponerse en funcionamiento la Academia aragonesa del català, otro espejismo del mismo partido que una abortada ley de lenguas habría hecho posible. Y entonces llegó el PP, ganó las elecciones por mayoría absoluta y sencillamente se cargó todo, el ILPI y la ley de lenguas, con el argumento de que “en el PP no estamos por las lenguas”, según me dijeron literalmente dos concejales populares repitiendo la consigna del partido. No están por las lenguas, pero no les importa hacer el ridículo: los conservadores abolieron la ley que pretendía conservar el catalán y el aragonés, pero la sustituyeron por dos engendros respectivamente llamados lapao y lapapyp, dos acrónimos sin otro propósito que la ocultación de la realidad. Parece una broma, pero no lo es: he aquí el horizonte mental al que nos tenemos que enfrentar cuando de lenguas de España se trata. (ALG-M 2018). Sobre este auténtico esperpento acontecido en la política aragonesa por parte de la DGA, presidida por Luisa Fernanda Rudi, todo un referente del PP a nivel nacional, merece la pena insertar un fragmento del artículo de ALG-M publicado en El País de 10 de mayo de 2013 titulado Se ha destapao el LAPAO.

“Uno creía haberlo visto todo ya en este país disparatado…Bueno, pues estaba equivocado, siempre cabe un más difícil todavía en lo del esperpento: ha llegado el LAPAO. ¿Que qué es esto del lapao? Un invento genial del partido popular. No se confundan, no es el tapao, sino el lapao. Tapaos tienen unos cuantos en el partido —por ejemplo ese misterioso tesorero al que expulsaron y siguió cobrando dos años como si nada—, pero lapaos no hay más que uno. Se trata de una lengua que aprobaron ayer en las Cortes de Aragón, la lengua aragonesa de la parte oriental (LAPAO) y que se ha descubierto en Fraga, Mequinensa, Tamarit de la Llitera o Vall de Roures. Ah, el catalán, pensará alguno de Vds. ¡Chitón!, no digan palabras malsonantes. A partir de ahora se llama lapao y no tiene nada que ver con el catalán.[CON PERDÓN]

Anda, que no voy a presumir poco la próxima vez que asista a un congreso de lingüística y presente una comunicación sobre el lapao. ¡Vaya primicia, nada menos que un nuevo idioma! Y es que no solo se han sacado de la manga el lapao, sino que ahora van a inventar el lapapyp (lengua aragonesa propia de las áreas pirenaica y prepirenaica). Como quien dice la T.I.A. de Mortadelo. Con esta gente nunca se sabe: si logran convencer a Mc Arthur Mas de las ventajas del lapao, a lo mejor se arregla el lío de Cataluña”.

A la clase política le reprocha, además del uso instrumental de las lenguas y del escaso interés que muestran por el tema, el que no haya contado con los lingüistas al afrontar cuestiones de política lingüística. O sea, no entiende por qué esta, “que echa mano de los ingenieros para proyectar un trazado del AVE, pasa olímpicamente de los lingüistas cuando define la política lingüística del estado o de las comunidades autónomas en su ordenamiento jurídico y en sus efectos educativos” (ALG-M 2018). Prescindir de los expertos en lenguas, como se hizo al redactar el “artículo 3 de la vigente Constitución de 1978 (en cuya redacción, por cierto, no consta que intervinieran lingüistas)” (ALG-M 2020), constituye una enorme irresponsabilidad ya que su “participación en el debate es útil y conveniente” (ALG-M 2004:). Tampoco entiende por qué la administración central: (…) sigue sin resolver algo tan obvio como que estas tres lenguas [catalán, euskera y gallego] se usen en ambas cámaras del Parlamento (…) o que la difusión internacional de las mismas, encomendada por sus estatutos al Instituto Cervantes, sea algo más que testimonial. (ALG-M 2020). Resultan muy pertinentes las palabras de ALG-M en un artículo publicado en El País el 20 de junio de 2020, titulado ¿Es pot. falar euskaraz en el Senado?

“Semanas atrás, las portadas de los medios nos impactaban con la imagen de Montilla hablando en el Senado mientras Chaves le escuchaba con los cascos puestos. Esperpéntico, apostillaron muchos. Y en efecto, lo es, solo que no deja de ser el estrambote de un país en el que los diputados no pueden hablar en la lengua de España que mejor les parezca… Si el Senado es la Cámara de representación territorial y se trata de lenguas de España, me parece insultante que las traduzcan… Habrá que cambiar la Constitución algún día, en éste como en otros aspectos. De momento sólo se reclama la pluralidad lingüística en el Senado. No es mucho pedir que nuestros senadores monolingües hagan el esfuerzo de entender las otras lenguas de España, al menos las románicas, algo que millones de inmigrantes consiguieron en un par de meses a pelo. Y si no son capaces de aprenderlas, que se dediquen a otra cosa…”.

Otro de los sectores que se han interpuesto en su empeño, tal y como expone en Babel airada (2004), ha sido el de los medios de comunicación, que no han estado a la altura de las circunstancias porque “desde los inicios de la transición, han ofrecido distintas imágenes fragmentarias de la realidad geográfica, lingüística, social y política de España” . ALG-M sabe que su proyecto nunca verá la luz sin la participación responsable del cuarto poder. Y así lo manifestó en la presentación de los objetivos del ILPI al declarar la necesidad de “Incidir en la opinión pública compareciendo en los distintos medios de comunicación con el objeto de transmitir un mensaje convivencial y respetuoso para con todas y cada una de las lenguas peninsulares” (ILPI 25/04/2009). La decepción hacia este colectivo la expresa al señalar: “me ha dolido y a la vez sorprendido, la escasa empatía que los medios de comunicación muestran hacia este proyecto. Espero muy poco de nuestra clase política: (…). Pero, te confieso, que esperaba mucho más del llamado cuarto poder” (Entrevista personal realizada a ALG-M el 26/10/2020). Que la mayoría de los medios no están por la labor de sumarse al proyecto de ALG-M lo comprobamos es este titular de un medio capitalino, ABC “El Gobierno cede ante ERC y usará dinero público para incentivar el doblaje en lenguas cooficiales”. Cada cual lo puede interpretar como quiera.

Merece la pena reflexionar sobre dos hechos descritos en el libro La nación singular. Fantasías de la normalidad democrática española (1996-2011) de la profesora de literatura española de la Universidad de Illinois, venezolana y de origen español, Luisa Elena Delgado. En su Departamento de Español se estudian las 4 lenguas peninsulares, que se pueden escuchar de forma habitual en los pasillos. Y muestra su agradecimiento a Juan María Ribera Llopis que en los años ochenta del siglo XX preguntara a los alumnos de 4º de Filología Hispánica de la Universidad Complutense de Madrid si querían dar la clase optativa de Introducción a la Literatura Catalana en catalán, aclarando que se traduciría lo que fuera necesario. Que los alumnos dijeran mayoritariamente que sí, a pesar de no tener conocimiento previo del catalán ni ser, en la mayoría de los casos, de origen catalán, da la medida de cómo han cambiado las cosas a peor en España.

Termino con una crítica a AGL-M. Todo su discurso lo ha basado en las cuatro lenguas citadas: catalán-valenciano, euskera, gallego y español. Uso los términos de AGL-M. Son cuestionables. Pero la realidad lingüística de España es mucho más compleja, tal como señaló la Profesora Asociada de Sociología en la Universidad de Lleida, experta en Política Lingüística, Directora del Centro de Normalización Lingüística, Paquita Sanvicén i Torne: “La realidad lingüística de España no es solo que se habla castellano, catalán, vasco o gallego. Es aragonés, asturiano-leonés, pallarés, ribagorzano, castúo, árabe, tamazight, portugués, la lengua de signos. Somos un país en el que prácticamente el 50 % vivimos en comunidades donde hay más de una lengua oficial además del castellano…”

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